Yo siempre recordaré al perrito de mi abuela, jugaba mucho con él, lo trataba como si fuese mi mascota y siempre me seguía a todos lados. Solo una ves le acaricié el pene mientras nadie estaba viendo (se quedó como en un pequeño shock despues de eso jaja, pero no le molestó) pero nada más, aun así la amistad valió mucho la pena.