El sol de la tarde se filtraba a través de las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor en el pequeño apartamento. Alex se encontraba relajado en el sofá, con su fiel compañero canino, Max, acurrucado a su lado. Max, un labrador de pelaje dorado y ojos cálidos, siempre había sido más que un simple perro para Alex; había una conexión especial entre ellos, una intimidad que trascendía lo ordinario.
Alex acarició suavemente el pelaje de Max, sintiendo la textura suave y cálida bajo sus dedos. El perro respondió con un suave gemido de placer, levantando la cabeza para mirarlo con una expresión de devoción. Sonrió, sabiendo que Max entendía su deseo. Lentamente, deslizó su mano hacia abajo, acariciando el lomo de Max hasta llegar a su cola, que se meneaba con anticipación.
Max se levantó y se acercó más a Alex, su lengua rozando la mano en un gesto de afecto y deseo. Alex sintió un escalofrío de excitación recorrer su cuerpo. Con una mano, continuó acariciando al perro, mientras con la otra, desabrochaba sus pantalones, liberando su erección. Max, como si entendiera perfectamente, acercó su hocico y comenzó a lamer suavemente, su lengua rugosa y húmeda provocando una oleada de placer.
Cerró los ojos, dejando que las sensaciones lo invadieran. La lengua de Max era como una caricia cálida y húmeda, explorando cada rincón de su intimidad. Max parecía disfrutar tanto como Alex, su respiración se volvía más rápida y profunda, sus ojos fijos en los de su humano con una intensidad que hablaba de su deseo.
Alex se abandonó completamente a las sensaciones, sus caderas moviéndose al ritmo de las caricias de Max. El placer crecía dentro de él, una ola creciente que amenazaba con desbordarse. Max, como si sintiera que Alex estaba al límite, intensificó sus caricias, su lengua moviéndose con una destreza que solo la devoción podía proporcionar.
Finalmente, con un gemido gutural, Alex alcanzó el clímax, su cuerpo temblando con la intensidad del orgasmo. Max continuó lamiendo suavemente, como si quisiera prolongar el placer de Alex. Cuando Alex abrió los ojos, vio a Max mirándolo con una expresión de satisfacción, su cola meneándose felizmente.
Alex acarició a Max, agradecido por la conexión única que compartían. Sabía que no todos entenderían su relación, pero para él, era perfecta. Max se acurrucó a su lado, y juntos, se quedaron dormidos en la cálida tarde, satisfechos y en paz.
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Alex acarició suavemente el pelaje de Max, sintiendo la textura suave y cálida bajo sus dedos. El perro respondió con un suave gemido de placer, levantando la cabeza para mirarlo con una expresión de devoción. Sonrió, sabiendo que Max entendía su deseo. Lentamente, deslizó su mano hacia abajo, acariciando el lomo de Max hasta llegar a su cola, que se meneaba con anticipación.
Max se levantó y se acercó más a Alex, su lengua rozando la mano en un gesto de afecto y deseo. Alex sintió un escalofrío de excitación recorrer su cuerpo. Con una mano, continuó acariciando al perro, mientras con la otra, desabrochaba sus pantalones, liberando su erección. Max, como si entendiera perfectamente, acercó su hocico y comenzó a lamer suavemente, su lengua rugosa y húmeda provocando una oleada de placer.
Cerró los ojos, dejando que las sensaciones lo invadieran. La lengua de Max era como una caricia cálida y húmeda, explorando cada rincón de su intimidad. Max parecía disfrutar tanto como Alex, su respiración se volvía más rápida y profunda, sus ojos fijos en los de su humano con una intensidad que hablaba de su deseo.
Alex se abandonó completamente a las sensaciones, sus caderas moviéndose al ritmo de las caricias de Max. El placer crecía dentro de él, una ola creciente que amenazaba con desbordarse. Max, como si sintiera que Alex estaba al límite, intensificó sus caricias, su lengua moviéndose con una destreza que solo la devoción podía proporcionar.
Finalmente, con un gemido gutural, Alex alcanzó el clímax, su cuerpo temblando con la intensidad del orgasmo. Max continuó lamiendo suavemente, como si quisiera prolongar el placer de Alex. Cuando Alex abrió los ojos, vio a Max mirándolo con una expresión de satisfacción, su cola meneándose felizmente.
Alex acarició a Max, agradecido por la conexión única que compartían. Sabía que no todos entenderían su relación, pero para él, era perfecta. Max se acurrucó a su lado, y juntos, se quedaron dormidos en la cálida tarde, satisfechos y en paz.
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